Si hoy fuera 15 de octubre, estaríamos celebrando
el Día Mundial del Lavado de Manos. Y si fuera 19 de noviembre, el Día Mundial
del Inodoro. El 24 de noviembre, el Día del Orgullo Primate. Y el 13 de
febrero, el Día Mundial del Soltero. O el 25 de mayo, el Día de la Toalla. Pero
hoy es 24 de octubre, y celebramos el Día de la Biblioteca. Y no es que los
anteriores sean menos importantes, pero es que el Día de la Biblioteca es el
Día de la Biblioteca.
Desde 1997 la Asociación Española de Amigos del Libro
Infantil y Juvenil promueve esta celebración en recuerdo del incendio de la
Biblioteca de Sarajevo durante el conflicto de los Balcanes en 1992. Tras este
brutal ataque, el médico e historiador croata Mirko D. Grmek acuñó el término memoricidio
para definir la destrucción de la memoria y el tesoro cultural del “otro”, del
adversario, del enemigo.
Bibliotecas públicas, privadas, universitarias,
especializadas, escolares, nacionales, móviles… Todas ellas albergan grandes tesoros,
y destruirlas o no protegerlas, que viene a ser lo mismo, es un memoricidio
a pequeña o gran escala.
Y una de las mejores maneras de protegerlas es darlas
a conocer, abrir sus puertas, mostrar sus rincones más escondidos, extraer sus
documentos de los fríos estantes y ponerlos en manos de los lectores. Y, sobre
todo, hablar y hacer que se hable de ellas.
Por eso es tan importante este día y las celebraciones
que se proponen desde diferentes ámbitos.
Por fortuna, para mucha gente (los bibliotecarios, por
supuesto, pero también los lectores asiduos, los profesores y maestros, los
niños…), el Día de la Biblioteca sigue siendo todos los días del año. Así que,
celebrémoslo hoy y mañana, y la semana que viene y la otra.
¡Que la fiesta bibliotecaria no pare!